viernes, 29 de febrero de 2008

Sobre la libertad

Antes de dar mis primeros pasos por aquí, mejor que mejor atender a una cuestión esencial sobre la publicación de opiniones e informaciones. Pero tampoco voy a ir demasiado lejos, de hecho solo quiero hablar de un aspecto muy concreto, y en base a una interesante discusión de clase: De la libertad de expresión en uno mismo.

Cuando se afirma que un medio de comunicación no debe auto criticarse públicamente por bien de sus intereses primordiales, entiendo que es más importante la forma que los contenidos, entiendo que criticar el decir cosa x depende de si lo ha dicho A o B o yo, y entiendo que entre sus intereses primordiales no está la profesionalidad ni la humanidad.
Aceptar un error y corregirlo siempre es necesario. Pero en el momento de dar a luz pública las opiniones e ideas de uno se deben asumir lo que significa. Significa que la opinión ya no está en tu foro interior, sino que es compartida con los demás. Significa que si criticas debes asumir ser criticado, y significa que si bien puedes corregirte en tu foro, también puedes hacerlo públicamente: por humildad, por no caer en la hipocresía y por tu credibilidad.
Dudo mucho que haya alguien que no se contradiga en nada de lo que hace y dice. Aceptar una característica tan humana como el errar (aunque suene a tópico), significa ser libre. Esconder, negar, callar o desviar la atención nos alejan de la verdad, cuando ésta es la que nos hace realmente libres.

No me gusta ser realista o como se dice en catalán: “tocar de peus a terra”. Un poco de idealismo no va a ir nada mal en el mundo en que vivimos, y como a los idealismos se los ha comido el tiempo, nos han quedado algunos libros y ensayos que pueden ser de buen interés. En concreto me refiero al ensayo del filósofo londinense John Stuart Mill (1806-1873), del cual me he tomado la libertad de tomarlo para dar título a mi primera entrada. Ahí va un extracto del ensayo que trata el tema concreto que hablamos en clase.

"Pero hay una esfera de acción en la cual la sociedad, como distinta del individuo, no tiene, si acaso, más que un interés indirecto, comprensiva de toda aquella parte de la vida y conducta del individuo que no afecta más que a él mismo, o que si afecta también a los demás, es sólo por una participación libre, voluntaria y reflexivamente consentida por ellos. Cuando digo a él mismo quiero significar directamente y en primer lugar; pues todo lo que afecta a uno puede afectar a otros a través de él, y ya será ulteriormente tomada en consideración la objeción que en esto puede apoyarse. Esta es, pues, la razón propia de la libertad humana. Comprende, primero, el dominio interno de la conciencia; exigiendo la libertad de conciencia en el más comprensivo de sus sentidos; la libertad de pensar y sentir; la más absoluta libertad de pensamiento y sentimiento sobre todas las materias, prácticas o especulativas, científicas, morales o teológicas. La libertad de expresar y publicar las opiniones puede parecer que cae bajo un principio diferente por pertenecer a esa parte de la conducta de un individuo que se relaciona con los demás; pero teniendo casi tanta importancia como la misma libertad de pensamiento y descansando en gran parte sobre las mismas razones, es prácticamente inseparable de ella.”

En el link encontrareis una versión de extractos de Sobre la libertad de J. S. Mill, de la pagina oficial del Cato Institute. Sin embargo, ésta pagina tiene interés propio por la recopilación de otras obras clásicas así como los centros de discusión sobre “principios de libertad individual, gobierno limitado, mercados libres y paz”.

2 comentarios:

Werther dijo...

Todas las historias tienen un inicio... y la de Stuart Mill no es diferente. Mill era hijo de un filosofo del utilitarismo. Su padre le educó personalmente pues quería que su hijo creciera ajeno a los dogmas que regían la sociedad del momento. Mill fue instruido desde pequeño en la cultura clásica y la matemática, desrrollando unas grandes aptitudes... pero Mill no fue feliz, ni tan sòlo se le dio la oporunidad de ser un niño. En su mente no había más que razón, que álgebra, pero toda ciencia necesita sus axiomes, y el no conocía los axiomas de la vida, para él la estancia en este mundo no era más que vacía y sin sientido ni trascendencia.... no le habían enseñado a aceptar aquello que no se pudiera razonar. Pero un día pasó algo al margen de las enseñanzas de su padre... Mill estava leyendo un libro sobre la vida de un chico (me parece recordar) y de repente se echó a llorar, sin saber por qué, descubriendo que había algo dentro que vivía al margen del álgebra: los sentimientos. Aquello no canvió el carácter serio de Mill, pero le enseño, le descubrió, que havía cosas por las que merecía la pena luchar, y que aún no pudiendo explicarlas tenía sentido vivirlas. Mill consagró su vida a buscar aquello que permitiera a cada hombre desarrollarse para conseguir la felicidad (receta individual para cada ser humano): la libertad.
Mill aprendió que la libertad de uno termina donde empieza la del otro, y de está forma cada uno tiene derecho a buscar su camino simpre y cuando no impida buscarlo al otro.

Sergi dijo...

Gracias por tu contextualización, joven desventurado. ;)