martes, 8 de abril de 2008

Boicot a Pekín

Ya hace más de una año que en la ONG Reporteros Sin Fronteras se empezó a hablar de un posible boicot a los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. De hecho la organización tiene la finalidad de denunciar todos aquellos países que no cumplan los derechos fundamentales de libertad de expresión y de prensa. Aún así, la cita olímpica era una ocasión inmejorable para hacer sentir su denuncia. Actos como la manifestación en el discurso del encendido olímpico o despliegues de banderas con cinco manillas, en lugar de los aros olímpicos, han dado a conocer su postura sobre un tema que se ha agravado después de los incidentes y las protestas en el Tíbet. La opinión pública se ha hecho eco del posible boicot, y a falta de unos meses para el inicio de los juegos, muchos se preguntan si apoyar o no el boicot. Algunos ya han empezado, véanse las protestas en Londres y en París, donde finalmente, ayer, se apagó la llama. Una ligera mayoría de los franceses aprueba el boicot de su país, el único que hasta el momento ha hablado abiertamente de aplicarlo. ¿Realmente se debe hacer el boicot? Por un lado se teme mezclar política y deporte, y que se crispe más la situación; por otro parece que es una buena oportunidad para expresar el rechazo a la política interior del gobierno chino.



Primero de todo, el deporte olímpico ya está politizado. Organizar unos JJOO supone inversión y desarrollo económico. Y bien, ¿no está la economía ligada a la política? China está en un proceso de capitalización impresionante, siendo la economía con más crecimiento, y si Pekín va a organizar unos juegos es en parte, por los intereses comerciales que occidente tiene en ese país. Por supuesto, hay muchos países a los que también se les podría presionar para que respecten los derechos de sus ciudadanos, pero el fenómeno actual, responde a una clarísima mediatización. Aislar a China del resto del mundo no ayuda mucho, pero si se quieren defender los valores democráticos, es necesario, como mínimo, mostrar la disconformidad. Prever la reacción del país es una cuestión de especulación, y en eso dependerá de hasta que punto se deben boicotear los juegos: protestar, no asistir a la ceremonia, no participar en la competición, etc. Quizás deberían ser los deportistas quiénes ellos mismos decidieran si ir o no, pero este es el problema de competir bajo una bandera y no bajo el propio espíritu.

Reporteros Sin Fronteras, está consiguiendo su propósito: que se hable del tema. Hace un tiempo escuché en el programa de RNE 3, Un mundo feliz, ironizar sobre el interés que había habido en hacer boicot a Moscú ’80, y el que ahora no hay. Pues bien, al final sí, aunque no de forma tan contundente como entonces. Y nuevamente se vuelve a criticar la hipocresía de occidente: ¿Por qué boicotear a China por su represión en el Tíbet, y no a otros países que tampoco cumplen los derechos humanos? Pues bien ya sabríamos cual sería el siguiente paso. Lástima que no se mediaticen las otras injusticias que existen en el mundo y de las que ni se llegan a saber.

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